Más bien yo sería algo así como La Doña Jeva, porque tengo 43 años. Sí, leíste bien...cuarenta y tres años. Cuatro década y tres añitos más. Soy madre de tres criaturas; Jessamine de 24 años, una talentosísima artista gráfica, Jared de 17 años que tengo que pagarle para que se sonría, poder capturarle en fotos y divulgarlas en Facebook, y Janelle, una "pre-teen" de 10 años rondando los 18.
#mijeva es un "hashtag" que uno de mis tropicalísimos contactos en Facebook (llamémosle Delroy) usa cada vez que sube una foto de su pareja. Delroy es un tipo creativo, y es el fan número uno de su hermosa esposa. Cada vez que veo que la trata de "mi jeva" me enamoro más de la palabra. "La jeva", a mis 43 años, es como querer quedarse aún en la década de los veinte, es cuando aún no hemos alcanzado la etiqueta de "mi señora esposa" (como mi padre siempre presenta a mi madre), o cuando estamos algo así como grandecitas para que nos llamen "mi novia" y tenemos vanidad aún para no querer que nos presenten como "mi mujer". La jeva evoca esa chulería de nenes enamorados mezclada con la complicidad de adultos con síndrome Peter Pan. Definitivamente hay etiquetas que rechazo tales como "la otra", "la señora", "la mujer esa" que provienen de otras lenguas menos cultas. Yo en este momento de mi vida soy "la oficial", "la que es", "la jeva". Y #lajeva o #doñajeva, como les guste quiere hacerles partícipe de una historia bien peculiar. Tal vez te identifiques, o identifiques a alguna amiga que pasa por lo mismo o identifiques a una persona que sirve de agente catalítico para la creación de un "blog". En fin estas historia son reales, tan reales como tu y como yo, contienen verdades absolutas, porque para mí es imprescindible contar "la verdad y nada más que la verdad"; matizada de opiniones, investigaciones, sugerencias y todo aquello que apunte a encontrar a varias "jevas" más que tengan sus historias propias que contar.
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