La jueza sostuvo las fotografías y las observó con detenimiento una a una. Acto seguido procedió a interrogar a la acusada: -¿Se puede saber por qué usted envió estas fotos a la dama? La acusada, al parecer sin medir las consecuencias de su respuesta balbuceó: -Pues señora jueza, para que ella viera que yo no tengo nada que envidiarle. Su flamante abogado elevó la vista al techo de la pequeña sala en el tribunal, mostrando su evidente incomodidad. La jueza se bajó los espejuelos hasta donde le permitió su nariz, la miró fijamente y sin mucha parsimonia emitió la orden de protección. Después de la dosis habitual de café en el desayuno procedí a sentarme en la cama a revisar los múltiples correos electrónicos que recibo de clientes potenciales solicitando servicios. Mi pareja se había marchado a trabajar, mientras revisaba los correos electrónicos uno de su autoría capturó mi atención. Procedí a llamarlo al celular de inmediato; la conversación fue breve: -Mi amor, ¿tu me mandaste un email? -¿Un email de qué? -Tengo un email tuyo con un mensaje que dice........dame un minuto (y mientras más leía más se agrandaban mis ojos). ¿Pero qué demonios es esto? -¿Qué pasa ? -Es que tengo un email tuyo aquí con un mensaje y varias fotos....¡Tu ex me ha mandado fotos de ella con las nalgas al aire! -¡Imposible! Quédate tranquila. -Te llamo ahora. El correo electrónico había sido creado con el nombre de mi pareja y me había sido remitido como quien tira una ficha de dominó y grita "capicú" creyéndose victoriosa. La autora del mismo, una mujer de unos 30 años había recurrido a apelar a esa jugada de "yo estoy más buena que tu" para probar un punto. ¿Pero cuál era ese punto? Al principio me pareció comiquísimo mientras leía el escrito donde se me daba instrucciones de cómo tratar a mi pareja, cómo comportarme en la cama y dónde debía comprar la ropa que a él le gustaba. Demás está decirles que las recomendaciones de "Adam & Eve", "Condom World" y "Burlington" me parecían burdas para la adquisición de "lingerie". Pero fueron las fotos lo que realmente capturó mi atención. Los "ajuares" que la susodicha había adquirido, probablemente con descuento, y con los cuales se había tomado fotos en poses bastente comprometedoras se desdibujaban en mi pantalla. Por un momento me recosté de la cama sonreí, planificando que hacer con el "amateur soft-porn material" que acaba de recibir (sintiendo posarse sobre mi hombro derecho un diablillo) y retomé la computadora con el propósito de estudiar las fotos más a fondo. La mujer no llegaba a los 5'4 de estatura, estimo unas 100 libras, y un tamaño de brassiere 32A. Me paré de la cama, me miré al espejo y calculé mentalmente mis medidas. Sonriendo para mis adentros y dando media vuelta me dije "Esa mujer debería estar comprando ropa en The Children's Place." Regresé a la cama y releyendo una y otra vez el correo electrónico no salía del asombro. La inquietud que me vino a la mente fue la siguiente: ¿Sabrá su papá que esta niña me ha mandado fotos con las nalgas al aire? ¿Sabrá su mamá me ha mandado fotos en poses sugestivas? ¿Lo sabrán? Y así entre pregunta y pregunta me puse a buscar en internet "mujeres celosas", "envidia de la ex" y otros tópicos afines. La breve búsqueda arrojó escasos resultados. Encontraba tópicos de mujeres que acosaban a sus ex parejas, o mujeres acechadas por sus ex parejos, pero nada de ex parejas acosando a la pareja actual de su ex. Entonces me dediqué a buscar una razón por la cual esta mujer me había convertido en su "target" y dos palabras me venía la mente, celos y envidia. Habiendo sido formada académicamente en campos como la psicología social y la antropología Kant me arropó el pensamiento con su teoría del vicio de la envidia. Las definiciones más generales del síndrome emocional de la "envida" concuerdan en que debe existir dos elementos; un envidioso (el sujeto --ella) y un envidiado (el rival --yo) que bien puede ser una persona, un grupo de personas o una posesión, capacidad o característica que posee el rival (un bien). Dicho bien es algo que sólo la parte rival puede poseer y por ende es envidiada por el sujeto creándole un estado de molestia al pensar que el rival tiene lo que él/ella no posee. Pero razonando. Tomando en cuenta que dicho bien, (la ex pareja, mi actual pareja) fue poseída ya por el sujeto, el sentimiento de la envidia no debería ser el que transpira del correo electrónico. ¿Entonces cuál? Pues el de celos. El consenso filosófico establece que la envidia y los celos son dos emociones diferentes, aunque linguísticamente tendamos a sustituir una palabra por la otra. La realidad es que tanto la envidia como los celos es una relación tripartita. Pero esta similitud esconde una diferencia fundamental; los celos envuelven 3 partes -el sujeto, el rival y el amado. El enfoque del sujeto se centraliza en el amado -la persona cuya amor está perdiendo o perdió. El enfoque no es su rival. Por el contrario los celos es una relación bipartidista con un tercero que es un "bien" y el enfoque del sujeto es en el rival. Kant lo describe de la siguiente manera: "El estándar que utilizamos para ver cuan bien nos va no es el valor intrínseco de nuestro bienestar sino como se compara con el de otros." Entendiendo esto razoné, que de ahora en adelante esta persona habría de medir constantemente su vida en comparación con la mía. Como consecuencia, convirtió mi vida en el centro de su atención por un periódo de 3 años. -Tres años doctorcita, a este son me lleva 3 años con ataques personales por correo electrónicos, textos, llamadas telefónicas y vilipendiarme en todas las redes sociales. Se ha convertido en una "bully" profesional y a mi en una víctima de su constante acecho. -Nena no cojas lucha, te lo he dicho mil veces, "pichea". Además yo creo que esa mujer padece de las dos cosas. Tiene celos porque ha perdido la atención del ser amado lo que implica miedo y desconfianza del "self"; y envidia porque se considera inferior a ti y no desea volver a tenerlo sino que tu lo pierdas también. Buscará como sabotear tu relación con él, ¡apúntalo nena! La doctorcita se había convertido en mi red de apoyo en línea y siempre se concentraba en ser el agente neutralizador de mis quejas. Es el tipo de amiga (en un círculo bien pequeño de amistades) que ha de darte un consejo desde el punto de vista psico-social, su área de "expertise". Claro, es la amiga rumbera, que lo mismo se amanece leyendo artículos profesionales sobre psicología luego de una noche loca que leyendo sobre las últimas tendencias en color de pelo. La doctorcita, vamos a llamarla Psy, es una rubia despampanante con un cerebro funcional y no es un "oxymoron". Volvamos al "research": Según un estudio llevado a cabo por la Western University el 88% de las personas entre los 18 a 35 años a acechado a su ex pareja en sus redes sociales y el 80% ha acechado a la pareja de su ex pareja en las redes. El estudio también demostró que mientras más acecho lleva a cabo la persona más problemas emocionales confrontaba. Y este es un punto muy importante, la infelicidad, la inseguridad y la frustración de esta mujer la condujo a un estado emocional detrimental para su salud y para la salud emocional de muchos otros que la rodeaban. Hubo amistades que de tanto ser obsesiva su fijación en mi terminaron abandonándola; como quien se libera de una relación tóxica. Pero la salud mental que habría de preocuparme seria la propia y no la ajena, así que la pregunta de rigor para mi lo era: ¿estoy lista para aguantar lo que viene? La respuesta era evidente: NO.
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AuthorCuarentona, madre de 3 hijos no "buleadores". Víctima de acoso cibernético. ArchivesCategories |